Estaba caminando por ahi, por la vereda.. y con la lluvia que había me resbale y me caí. No me golpie muy fuerte, ni me lastimé. Pero algo hizo que me quede ahí y no quiera levantarme. Algo hizo que me quiera quedar abajo de la lluvia.
Estaba a media cuadra de casa, ahí.. En la esquina. Sabía que tenía que entrar a casa para no mojarme más, para secarme y quedarme ahí, pero no quería. Algo me hacía preferir quedarme afuera, en la lluvia.
Y ahí fue cuando pensé dos segundos, y me di cuenta de que si no quería entrar a mi casa, era porque estaba mejor afuera. Fue una deducción tan simple y tan idiota, pero tan buena.
Supuse que me estaba sientiendo mejor afuera, que estando adentro, en esa casa.. En.. Mi casa.
Entendí que si me seguía quedando afuera con el frío y la lluvia corría el riesgo de enfermarme. Por eso decidí entrar.
Cuando termine de acomodarme seca, sentada en mi cama. Volvi a deducir, que si me enfermaba iba a tener que estar más tiempo en esta casa. Y que si no lo hacía, iba a poder seguir saliendo las veces que quería.
Y ahí me di cuenta que de eso se trataba todo, de hacer una cosa que no me guste, para recibir algo que me guste, y sea el triple de mejor de lo que no me guste.
Por eso es que hasta hoy me sigo bancando todo lo que me banco, sigo pensando en que todo va a estar mejor, en que todo puede estar mejor, y que solo el que espera y tiene paciencia, puede triunfar. Que todo lo malo que te dan, la vida te lo devuelve, pero inversamente, de buena manera.
Así es como tome mi decisión, de esperarte.
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